El presidente Donald Trump y el líder ucraniano Volodímir Zelenski protagonizaron un acalorado enfrentamiento en la Casa Blanca, en el que intercambiaron duras críticas sobre la estrategia de guerra en Ucrania.
Durante la conversación, Trump reiteró que el país ucraniano enfrenta serios problemas y que, sin el apoyo militar estadounidense, “no ganará” el conflicto, recordándole a Zelenski los 350,000 millones de dólares en ayuda enviados por EE.UU. y la dependencia de equipos militares estadounidenses.
Zelensky, por su parte, defendió el compromiso y la resiliencia de su nación, insistiendo en que a pesar de las dificultades, Ucrania ha permanecido fuerte y agradecida por el apoyo recibido.
El debate se intensificó cuando Trump sugirió que un alto el fuego se podría lograr en cuestión de días si Ucrania aceptaba las condiciones, mientras que Zelenski cuestionó la falta de garantías en cualquier acuerdo de paz y acusó a la administración estadounidense de presionar para que se tomen decisiones precipitadas.
El enfrentamiento evidenció las profundas discrepancias en las estrategias de seguridad y negociación, con el vicepresidente J.D. Vance interviniendo para instar a resolver los desacuerdos de forma legal, en lugar de pelearlos públicamente. Trump enfatizó la urgencia de detener la violencia, mientras Zelenski defendía la necesidad de garantías sólidas para la paz.
El intercambio, cargado de reproches y comparaciones con administraciones pasadas, subrayó la compleja dinámica en torno al futuro de la guerra en Ucrania.
Trump quiere resolver la guerra en dos días, como si fuera un pleito de colmadón.
Zelenski no se va a dejar meter presión fácil, él sabe lo que hay en juego.
Ese enfrentamiento fue más tenso que un motoconcho sin frenos en una bajada.
Esa reunión fue más un pulso de poder que un diálogo productivo.
El que quiera paz, que proponga soluciones reales, no parches.