Los equipos de rescate en Los Ángeles reanudaron este lunes la búsqueda de víctimas en medio de los suburbios devastados por los incendios, mientras el pronóstico de vientos de Santa Ana amenaza con complicar aún más la situación.
La catástrofe, que ya ha causado la muerte de 24 personas y obligado a evacuar a más de 90,000 residentes, continúa siendo una emergencia de gran magnitud.
Aunque algunas escuelas han reabierto y los equipos deportivos locales retoman actividades, las autoridades advierten que los vientos huracanados podrían reavivar las llamas y poner en peligro nuevas áreas.
La alcaldesa Karen Bass alertó sobre los preparativos urgentes ante la llegada de vientos de hasta 110 kilómetros por hora previstos para el martes, los cuales generan un alto riesgo de propagación de incendios y un comportamiento extremo del fuego.
Los expertos del Servicio Meteorológico Nacional han catalogado la situación como “especialmente peligrosa”, lo que ha llevado a reforzar las medidas de emergencia en toda la región.
Mientras tanto, la policía y la Guardia Nacional han intensificado la seguridad en las zonas evacuadas para prevenir saqueos, que ya han resultado en varias detenciones, incluido un individuo disfrazado de bombero.
A pesar del panorama desolador, los residentes y autoridades trabajan incansablemente para recuperar la normalidad y proteger las comunidades afectadas.
Sin embargo, la incertidumbre sobre los próximos días mantiene en alerta a toda la región, mientras los esfuerzos de rescate, prevención y reconstrucción se enfrentan a los desafíos que plantea la naturaleza.