Las calles de Tbilisi, la capital de Georgia, se han convertido en el epicentro de masivas protestas luego de que el primer ministro, Irakli Kobajidze, anunciará que el país no abrirá negociaciones para su adhesión a la Unión Europea (UE) hasta 2028.
La decisión ha desatado una ola de indignación que ha movilizado a miles de ciudadanos y a la propia presidenta del país, Salomé Zurabishvili, quien se unió a las manifestaciones frente al Parlamento y pidió elecciones parlamentarias anticipadas.
Las tensiones han escalado rápidamente con enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas policiales, desplegadas masivamente para proteger las instituciones gubernamentales. Las protestas, inicialmente concentradas en Tbilisi, se han extendido a otras ciudades clave como Kutaisi, Zugdidi y Batumi, reflejando el descontento generalizado en todo el país.
Kobajidze justificó la decisión alegando que Georgia necesita fortalecerse económicamente antes de abrir las negociaciones con la UE, y rechazó cualquier tipo de subvención presupuestaria del bloque hasta finales de 2028. Según él, Bruselas utiliza el proceso de adhesión como “chantaje” y “herramienta de división”.
Por su parte, la Comisión Europea ha presionado a Georgia para que realice reformas políticas significativas y abandone los discursos contrarios al bloque europeo. Según el informe anual del organismo, Tbilisi debe adoptar un enfoque más proactivo hacia la UE y fomentar un consenso político entre las distintas instituciones del país para avanzar en su integración.
La decisión del gobierno ha puesto de manifiesto las divisiones entre la administración y una ciudadanía que aspira a una mayor integración con Europa. Mientras las tensiones continúan en aumento, el llamado de Zurabishvili a elecciones anticipadas podría marcar un nuevo capítulo en el futuro político de Georgia.
La presidenta protestando junto al pueblo demuestra que las cosas están bien calientes en Georgia.
Las elecciones anticipadas podrían ser la única salida para calmar las aguas.