El primer lote de 38 tanques M1A2T Abrams adquiridos por Taiwán a EE.UU. llegó a la isla, marcando un hito en la modernización de su defensa terrestre.
Los tanques fueron trasladados a un centro de entrenamiento en Hsinchu, y se espera que para 2025 y 2026 se completen las entregas restantes de los 108 vehículos acordados en 2019. La compra fue condenada por China, que considera estas acciones como una violación al principio de «una sola China».
Aunque los medios taiwaneses destacan las capacidades del Abrams como «el vehículo de combate más poderoso sobre el terreno», expertos chinos cuestionan su idoneidad para la geografía de la isla.
Argumentan que su peso y alto consumo de combustible limitan su movilidad y capacidad de mantenimiento, además de ser vulnerables a amenazas modernas como drones y misiles antitanque. Ejemplos recientes en Ucrania han puesto en duda su efectividad en conflictos modernos.
Por otro lado, analistas advierten que la decisión de Taiwán podría intensificar las tensiones con China, que considera a la isla como parte de su territorio.
El despliegue de los Abrams es percibido como un movimiento estratégico de EE.UU. para fortalecer la posición militar taiwanesa, pero los críticos aseguran que estas esperanzas podrían estar sobrevaloradas debido a los cambios en los patrones de combate modernos.