Tras encender la motosierra en la economía, el Gobierno de Javier Milei anunció su plan de mano dura contra las protestas en Argentina, asimismo, la nueva ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, lanzó este jueves un nuevo protocolo contra las manifestaciones callejeras.
“Vamos a ordenar el país para que la gente pueda vivir en paz. Las calles no se toman. Que sepan que, si se toman las calles, habrá consecuencias”, dijo Bullrich en conferencia de prensa.
El comunicado ha sido un baldazo de agua fría en el país, que atraviesa una disparada de precios y una devaluación del 50% de la moneda en la primera semana de Gobierno del ultraderechista.
El nuevo protocolo contra las manifestaciones tiene previsto convocar a las cuatro fuerzas de Seguridad que dependen del Ministerio de Seguridad –la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura Naval y la Policía de Seguridad Aeroportuaria– para disolver protestas callejeras que bloqueen calles y rutas.
“Se va a actuar hasta dejar completamente liberado el espacio de circulación”, ha amenazado Bullrich. “Las fuerzas emplearán la fuerza necesaria y suficiente, que será graduada en proporción a la resistencia”, agregó.
Las fuerzas federales tendrán la potestad de arrestar a quienes “cometan delitos” durante las protestas, podrán actuar en el transporte público para incautar “material” de protestas “como palos” e indagar a “encapuchados” o a personas que se dirijan a protestas “intentando no ser reconocidas”.
Bullrich afirmó que se creará un registro de organizaciones sociales – gremios, sindicatos y asociaciones-que “instiguen” las protestas y que “enviará la factura” de “los gastos” de la represión a los responsables.
“El Estado no va a pagar por el uso de las fuerzas de Seguridad, tendrán que pagar las organizaciones con personería o los individuos”, sostuvo la ministra, que también indicó que se denunciará ante la agencia de Migraciones a los extranjeros radicados en el país con un permiso temporal que participen de las protestas.
Cabe destacar que el Gobierno subió el valor del dólar de 400 a 800 pesos, prometió no renovar los contratos de los empleados públicos que lleven menos de un año en sus puestos, y aumentó las tarifas de servicios básicos y del transporte público.
El nuevo protocolo de seguridad en Argentina genera preocupación sobre el derecho a la protesta en un contexto de crisis económica.
La declaración de Patricia Bullrich refleja la postura del Gobierno de Milei de tomar medidas firmes contra las manifestaciones callejeras.
La devaluación del 50% de la moneda en la primera semana de Gobierno plantea desafíos adicionales para la población argentina.
El aumento del dólar y la disparada de precios intensifican la presión económica que enfrenta la ciudadanía.
La amenaza de usar fuerza para disolver protestas suscita debates sobre los límites a la libertad de expresión y el derecho a la manifestación pacífica.
La potestad de arrestar a quienes «cometan delitos» durante las protestas plantea interrogantes sobre la interpretación de la ley en estas situaciones.
La creación de un registro de organizaciones sociales que «instiguen» protestas genera preocupaciones sobre la libertad de asociación.
La subida del valor del dólar y las medidas económicas adoptadas pueden contribuir a la tensión social que lleva a las protestas.
La política de no renovar contratos a empleados públicos agrega incertidumbre laboral en un momento ya difícil.
El anuncio de medidas económicas y de seguridad simultáneas genera un clima de tensión y preocupación en la sociedad argentina.
Las medidas anunciadas subrayan la importancia de un enfoque equilibrado y considerado para abordar los desafíos económicos y sociales en Argentina.
El registro de organizaciones que «instiguen» protestas podría tener implicaciones significativas para la sociedad civil y la libertad de expresión.
La combinación de medidas económicas y de seguridad evidencia la complejidad de gestionar una crisis multidimensional.
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¿Qué tal si en vez de reprimir, escuchamos a los manifestantes? ¡Diálogo, no represión!
¡Qué exageración! Las protestas son necesarias para la democracia. ¡Dejen expresarse a la gente!
¿Y si en lugar de reprimir las protestas, nos escuchamos y buscamos soluciones juntos?
¿Y si en lugar de reprimir, escuchamos a las protestas y buscamos soluciones juntos?
¡Claro que sí! La clave es dialogar y trabajar en conjunto para encontrar soluciones. La represión solo genera más conflictos. Escuchar a las protestas es fundamental para construir un país en el que todos podamos vivir en armonía. ¡Vamos por el diálogo y la acción!
¡Qué exageración! Las protestas son parte de la democracia, no necesitan represión.
Las protestas son válidas, pero la violencia y el caos no lo son. La represión se justifica cuando se pone en riesgo la seguridad de todos. No confundamos libertad con anarquía. ¡La democracia requiere respeto y responsabilidad!