En Afganistán, muchas mujeres desafían las restricciones impuestas por los talibanes y recurren a la venta de su cabello como último recurso para obtener ingresos. Fátima, una joven de Kabul, vende su cabello de manera clandestina, a pesar de la prohibición impuesta por el gobierno talibán, que justificó la medida como parte de la «dignificación» del cuerpo humano.
A pesar de la ley que prohíbe la compra y venta de partes del cuerpo, Fátima sigue vendiendo su cabello, obteniendo una pequeña cantidad de dinero que es crucial para su supervivencia en un país con una economía devastada.
Las mujeres afganas se enfrentan a una creciente opresión bajo el régimen talibán, que no solo restringe su acceso a la educación y el mercado laboral, sino que también les prohíbe actividades como la venta de cabello, incluso con sanciones severas como la confiscación y quema de pelucas.
Sin embargo, la venta de cabello sigue siendo una fuente de ingresos para algunas mujeres, quienes, como Fátima, recurren a ella para sobrevivir. La situación es aún más difícil para mujeres como Wahida, quien, tras la muerte de su esposo a manos de los talibanes, se enfrenta a la pobreza extrema y depende de la caridad, ya que no puede encontrar otro empleo.
Además de la venta de cabello, las mujeres afganas enfrentan la pérdida de sus derechos fundamentales, como el acceso a parques, universidades, gimnasios y salones de belleza.
Las restricciones se acumulan y la situación de muchas mujeres, que antes eran independientes, es ahora de total vulnerabilidad y desesperación. Algunas continúan sus actividades de manera clandestina, como Narges, quien sigue ofreciendo servicios de peluquería a un número reducido de clientas.
Oye, pero qué vaina más fuerte está pasando en Afganistán, men.
Las mujeres allá están pasando trabajo del bueno, vendiendo su cabello para poder comer.
Está fuerte la situación
Esos talibanes sí son frescos, no dejan que las mujeres hagan ni una vaina para sobrevivir.
Imagínate, sin poder trabajar ni estudiar, ¿qué más