Este miércoles, una gran multitud de argentinos se manifiestan por primera vez contra el Gobierno del ultraderechista Javier Milei y su duro recorte del gasto público en un clima de tensión.
La capital del Buenos Aires amaneció con un masivo despliegue policial en los accesos a la ciudad y las estaciones de tren. El desplazamiento aumentó a medida que se acercaba el horario previsto de la manifestación, las cuatro de la tarde.
Frente a la Plaza de Mayo fueron blindados con antidisturbios con un objetivo claro: evitar mediante el uso de la fuerza el corte de calles y garantizar la libre circulación.
Este hecho traza un giro de 180 grados en la respuesta estatal a los piquetes, una de las formas más comunes de protesta en Argentina, que consiste en bloquear calles y carreteras durante horas, a veces incluso días.
Cabe resaltar que la actitud del Gobierno de Milei no es una sorpresa. El control de la calle fue una de sus promesas de campaña y es la más popular, incluso entre aquellos que no son sus votantes.
El 65% de la población está de acuerdo con que el Gobierno garantice la libre circulación, según una encuesta del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Universidad de Buenos Aires realizada la semana pasada. Por el contrario, más del 50% se opone a otras promesas como la dolarización, la privatización de la petrolera estatal YPF, la desregulación del precio de los alimentos y combustibles y la eliminación de los subsidios a la energía y el transporte público.
La marcha de este 20 de diciembre fue convocada con semanas de antelación. La idea original era recordar, como todos los años, a las víctimas de la violenta represión que marcó el final del Gobierno de Fernando de la Rúa en 2001, donde un total de 39 personas murieron y cerca de 500 resultaron heridas durante dos jornadas de protestas multitudinarias. Sin embargo, el plan de ajuste económico anunciado por Milei la convirtió en la primera protesta contra su administración.
Se destaca que el Gobierno hizo todo lo posible por disuadir a los manifestantes. Pidió evitar la participación de niños “para no exponerlos al calor y la violencia” y amenazó con retirar las ayudas sociales a aquellos que cortasen la calle.
¿Por qué no dejar a Milei intentar algo nuevo? Siempre es bueno probar.
¡Por favor! Milei es una apuesta demasiado arriesgada. Su falta de experiencia y su enfoque extremista solo traerán caos. Es mejor confiar en líderes con un plan sólido y coherente. Hay mucho en juego como para tomar ese tipo de riesgos innecesarios.
¡Milei debería abrazar la protesta como oportunidad para conectarse con el pueblo! ¡Vamos!
¿Liderazgo a base de protestas y controversia? Creo que un verdadero líder demuestra su capacidad de diálogo y construcción, no de confrontación constante. La verdadera fuerza está en unir, no en dividir. Quizás es momento de replantear qué es lo que realmente significa liderazgo.
¡Qué exageración! Milei merece una oportunidad, la gente necesita darle tiempo para demostrar su capacidad.
No se trata de exagerar, se trata de analizar su discurso y propuestas. Milei ha demostrado ser polarizante y extremista, lo cual puede tener consecuencias negativas. La gente tiene derecho a cuestionar y evaluar a los líderes políticos sin necesidad de darles una oportunidad ciega.
¿Más radical? ¿En serio crees que la radicalización es la solución? La historia nos ha demostrado que la moderación y el diálogo son fundamentales para lograr cambios sostenibles. El extremismo solo genera división y conflictos. Hay que buscar soluciones equilibradas y constructivas.
¡Qué ridículo! Milei necesita más apoyo, no protestas. Dejenlo trabajar en paz.
¡Las protestas son necesarias para mostrar apoyo y presionar por un cambio real! Milei debe escuchar a la gente y actuar en consecuencia. No se trata de dejarlo trabajar en paz, sino de exigir responsabilidad y transparencia. ¡El pueblo merece ser escuchado!
¡Milei debería abrazar la diversidad de opiniones en vez de rechazarlas! ¡Viva la libertad!