El terremoto de magnitud 7.7 que sacudió Birmania el viernes ha dejado más de 2,000 muertos, según cifras de la junta militar y la oposición prodemocrática.
La cifra oficial reportada por el régimen es de 2,056 fallecidos y más de 3,900 heridos, mientras que el Gobierno de Unidad Nacional (NUG) eleva el número de víctimas a 2,418. Medios independientes hablan de hasta 3,000 muertos, denunciando que la ayuda humanitaria es insuficiente.
Tres días después del desastre, la asistencia avanza lentamente debido al cierre de aeropuertos, carreteras destruidas y el conflicto armado en la zona. Equipos de rescate de China y Rusia han logrado salvar a algunas personas, pero las operaciones de las fuerzas militares birmanas continúan, dificultando aún más la llegada de la ayuda.
La ONU ha exigido acceso sin restricciones para entregar alimentos y medicinas, alertando sobre hospitales colapsados y miles de personas durmiendo en la calle por miedo a nuevas réplicas.
Organizaciones humanitarias han solicitado urgencia en la emisión de visados para personal de rescate, mientras el régimen impide la entrada de prensa extranjera.
Con el país sumido en una crisis desde el golpe militar de 2021, la situación se agrava con la falta de recursos para atender a los damnificados. La ONU y organismos internacionales han pedido un cese de hostilidades para priorizar la asistencia a las víctimas.
Ese terremoto vino a empeorar lo que ya estaba feo en Birmania
Más de 2,000 muertos y el régimen todavía trancando la ayuda
Si la ONU tiene que rogar para entrar, imagina cómo están los de abajo
La gente durmiendo en la calle y los militares en su relajo
China y Rusia metidos ahí, pero uno sabe que no es por caridad