Mohammad Javad Zarif, exministro de Asuntos Exteriores y asesor estratégico del presidente de Irán, renunció en medio de crecientes presiones políticas.
Su salida se produce tras meses de ataques de sectores de línea dura, que lo señalaban por tener hijos con doble nacionalidad, lo que contraviene una ley de 2022. Según Zarif, su renuncia fue «aconsejada» por el jefe del poder judicial para evitar más presión sobre el gobierno en un momento crítico para el país.
Su dimisión ocurre en un contexto de crisis económica agravada por la destitución del ministro de Economía, Abdolnaser Hemmati, quien fue acusado de debilitar la moneda nacional intencionalmente.
Con la inflación en 35 % y el rial en caída, el gobierno enfrenta un periodo de inestabilidad antes del Año Nuevo Nowruz. A su vez, la postura de Irán hacia Occidente se endurece, con el líder supremo Ali Khamenei descartando negociaciones con EE.UU., pese a los intentos previos del presidente Pezeshkian de aliviar sanciones.
Las tensiones internacionales también aumentan, con EE.UU. e Israel amenazando con atacar instalaciones nucleares iraníes y Teherán reforzando su defensa militar.
Rusia y China siguen apoyando a Irán, argumentando que Washington es responsable de la crisis del acuerdo nuclear. Con la posible reactivación de sanciones de la ONU en octubre, la salida de Zarif y Hemmati refuerza la influencia de los sectores más conservadores en el gobierno iraní.