Debido a los problemas que mantiene de salud el Papa Francisco ha tenido que ser selectivo con sus salidas de Roma, y por eso es muy significativo que en plena crisis migratoria el Papa visite Marsella.
Francisco estará allí este viernes y sábado poco más de 27 horas, y tiene previsto rezar en el puerto por los «marinos y migrantes fallecidos», hablar desde el Palacio del Faro a obispos de las cinco orillas del Mediterráneo y enviar un mensaje ante Emmanuel Macron para que lo escuchen los líderes de toda Europa.
Su mensaje tendrá especial fuerza desde Marsella, un puerto icono de multiculturalidad. La mayoría de sus 870.000 habitantes son franceses descendientes de italianos, españoles, armenios, argelinos, marroquíes y comoranos que celebran juntos y sienten como propias las victorias futbolísticas del Olympic de Marsella.
Pero el Papa sabe que es también la ciudad francesa. No mayor índice de delincuencia la y que sus periferias convertidas en burbujas de pobreza, desempleo y marginación para emigrantes, son caldo de cultivo de violencia y criminalidad donde la policía tiene graves problemas para hacer respetar la ley.