El papa Francisco urgió este domingo por la liberación de un grupo de personas secuestradas, entre ellas seis monjas, en Haití, azotado por el fenómeno de las bandas.
«He conocido con dolor la noticia del secuestro en Haití de un grupo de personas, entre ellas seis religiosas», dijo el pontífice argentino tras el rezo del Ángelus desde la plaza de San Pedro.
Añadió: «Pidiendo con insistencia su liberación, rezo por la armonía social en el país e invito a todos a poner fin a la violencia, que tanto sufrimiento causa a esa querida población».
Según la Conferencia de Religiosos de Haití, ocho personas, incluyendo seis monjas, fueron secuestradas el viernes mientras viajaban en autobús en la capital de la isla caribeña.
Quizás el Papa tiene sus propias razones y estrategias para abordar temas tan sensibles. No todos los esfuerzos por la liberación se hacen públicos. Confiemos en su sabiduría y en que está trabajando en ello de manera discreta y efectiva.
¿Y si las monjas secuestradas en Haití son parte de un plan maquiavélico?
¡Qué tal si el Papa Francisco se une a las monjas y las libera él mismo!
¡El Papa debería involucrarse más en temas globales en lugar de solo religiosos!
El Papa es un líder espiritual, no un político. Su enfoque en cuestiones religiosas es su deber principal. Hay muchos líderes seculares encargados de los temas globales. Todos tienen su rol, hay que respetarlo.
¡Qué hipocresía! ¿Y qué hay de las monjas secuestradas en otros países?
Es importante denunciar todas las injusticias, pero minimizar una tragedia no hace que otra sea menos grave. Cada situación merece atención y acción. No caigamos en la trampa de comparar sufrimientos, luchemos por la justicia en todas partes.