Los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron el resultado de una planificación que se extendió durante años. Khalid Sheikh Mohammed, miembro de Al Qaeda, comenzó a idear un plan para atacar varios lugares icónicos de EE.UU. a principios de los años 90.
Inicialmente, el complot incluía el uso de 11 aviones para atacar diversos objetivos, incluyendo el asesinato del Papa Juan Pablo II. Sin embargo, tras la fallida prueba del plan en 1994, Mohammed ajustó su estrategia y la presentó a Osama bin Laden.
Bin Laden rechazó el plan original por ser demasiado complicado, pero aceptó una versión modificada a finales de los años 90. A partir de ahí, ambos comenzaron a planear un atentado masivo en territorio estadounidense.
En 2000, los secuestradores comenzaron a llegar a Estados Unidos, se formaron en academias de vuelo y para 2001 ya tenían claros sus objetivos.
El 11 de septiembre de 2001, 19 secuestradores tomaron el control de cuatro vuelos comerciales como parte de este ataque coordinado, resultando en la muerte de 2.977 personas.
Los atentados marcaron un antes y un después en la historia contemporánea, desencadenando la llamada «guerra contra el terrorismo» liderada por Estados Unidos.
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