Cada tercer domingo de enero se conmemora el Día Mundial de la Religión, una fecha proclamada para fomentar la tolerancia, el respeto y la convivencia pacífica entre las personas y naciones, sin importar sus creencias. Este día subraya la importancia de respetar la libertad de culto, un derecho humano universal que busca prevenir conflictos derivados de la diversidad religiosa.
La religión es un sistema de creencias y prácticas que conecta al ser humano con lo trascendental, generalmente representado por uno o varios dioses. Incluye normas, rituales y ceremonias propias de cada cultura, estableciendo un vínculo profundo entre las personas y una divinidad suprema.
Las religiones surgen como una respuesta humana al deseo de trascendencia y de comprender el universo. Aunque su verdadero significado sigue siendo motivo de debate, se considera una necesidad universal que ha acompañado a la humanidad a lo largo de la historia.
Este anhelo de conexión con lo divino ha dado lugar a la creación de múltiples sistemas religiosos que, pese a sus diferencias, comparten principios comunes como la búsqueda de propósito, la paz interior y la armonía espiritual.
La conmemoración comenzó en 1950, gracias a la Asamblea Nacional Espiritual de la Religión Bahá’í en Estados Unidos. Esta corriente monoteísta, fundada por Bahá’u’lláh, proclama la unidad de Dios y de la humanidad, considerando que todas las religiones comparten una misma fuente divina.
El Día Mundial de la Religión refleja la creencia en valores espirituales compartidos que pueden ser un puente para la paz y la cooperación entre las diferentes culturas y tradiciones del mundo.
Este día invita a reflexionar sobre el papel de las religiones en la construcción de sociedades más justas, solidarias y pacíficas. Reconoce que la diversidad religiosa no es una fuente de división, sino una riqueza que puede unir a la humanidad bajo el principio universal del respeto mutuo.
En un mundo cada vez más globalizado, el Día Mundial de la Religión es un recordatorio de que la espiritualidad, en todas sus formas, puede ser un motor para la armonía y el entendimiento entre los pueblos.