Chile rechazó este domingo una segunda propuesta de nueva Constitución y decidió mantener el texto actual, heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Se trata del segundo plebiscito que se realiza en apenas 15 meses, con la intención de sustituir la Constitución que todavía rige en el país.
Es un proceso en espejo, ya que en septiembre del año pasado se sometió a consulta un proyecto redactado por una Convención Constitucional que tenía una mayoría de integrantes progresistas o de izquierda, y que era rechazado por la derecha y ultraderecha. Al final, un contundente 61,8 % de la población votó en contra de la propuesta, lo que representó una derrota política para el presidente Gabriel Boric, que solo llevaba seis meses en el Gobierno.
Ahora, en cambio, el borrador fue elaborado por un Consejo Constitucional que tiene una mayoría de militantes de la derecha y ultraderecha, y que es criticado por los colectivos de izquierda o progresistas, entre los que se encuentra el oficialismo.
El común denominador entre ambos procesos es que no hubo consensos, ni puntos medios, ni equilibrios, ni acuerdos. Si hoy, a diferencia del año pasado, gana el voto a favor, Boric tendrá que promulgar una Constitución con la que no está de acuerdo. Pero si triunfa el voto en contra, ya no habrá un tercer proceso y seguirá vigente la actual carta magna.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, se pronunció tras el triunfo del ‘en contra’ en la votación enfatizando que con el resultado del plebiscito «se cierra el proceso constitucional».
«El país se polarizó, se dividió, y al margen de este contundente resultado, el proceso constitucional no logró canalizar las esperanzas de tener una nueva constitución redactada para todos», comentó el mandatario.
La falta de consenso refleja la profunda división en la sociedad chilena.
Es preocupante ver cómo dos procesos han terminado en rechazo.
Es desafiante ver que ambos intentos de cambiar la Constitución terminaron en fracaso.
El debate sobre la Constitución seguirá siendo un tema central en la agenda política de Chile.
La polarización política ha bloqueado este proceso. Ahora hay que ver que estrategias se pueden implementar para fomentar el diálogo.
La implicación del presidente Boric es crucial y ver como planea abordar este resultado y trabajar hacia una solución que pueda unir a la nación.
El desacuerdo en ambas ocasiones muestra la dificultad de lograr un consenso en un tema tan importante.
El desafío sigue siendo lograr una Constitución que represente a todos los chilenos.
El proceso constitucional es fundamental para la democracia.
La decisión de mantener la Constitución actual evidencia una falta de confianza en los procesos de redacción propuestos.
La decisión de mantener la actual Constitución en Chile refleja la falta de consenso en el proceso.
Este segundo plebiscito revela la polarización política que persiste en el país.
El presidente Boric destaca la polarización, pero que medidas se pueden tomar para superar las divisiones y trabajar hacia una solución que sea beneficiosa para todos los chilenos.
La derrota política del presidente Boric en el primer plebiscito marcó un hito en su mandato.
En el plebiscito anterior, un proyecto progresista fue rechazado por la población.
El presidente Gabriel Boric enfrenta el desafío de promulgar una Constitución con la que no está de acuerdo si gana el voto a favor.
Boric reconoció la polarización y división en el país tras el resultado del plebiscito.
La crítica de los colectivos de izquierda resalta la disputa en torno a la redacción constitucional.
La experiencia de este proceso constitucional podría tener implicaciones a largo plazo en la política chilena.
¡Qué locura! Chile necesita una reforma total, no solo cambios superficiales.
¿Por qué no considerar un sistema de gobierno anarquista en vez de reformas?
El anarquismo suena utópico en teoría, pero en la práctica puede llevar al caos y la inestabilidad. Las reformas son necesarias para mejorar gradualmente nuestro sistema actual. El cambio radical puede tener consecuencias impredecibles. ¡Piénsalo bien antes de abogar por el anarquismo!
¡Qué idea radical! Pero, ¿realmente crees que abolir la constitución por completo sería la solución? Aunque reformarla puede ser complicado, eliminarla sin un plan alternativo podría traer más caos que beneficios. Vale la pena reflexionar sobre las consecuencias a largo plazo.