Los chilenos nuevamente intentará sepultar la Constitución de Augusto Pinochet, redactada en 1980, en la dictadura, aunque reformada en 64 ocasiones en democracia.
Alrededor de 15,1 millones de personas están convocadas este domingo a las urnas para elegir a los 50 miembros del consejo constitucional que, desde el 7 de junio, deberá redactar una nueva propuesta de Carta Magna, que será plebiscitada en diciembre. Elección donde se juega el futuro de Chile.
El proceso tiene límites muy definidos por la clase política, a diferencia del fracasado proceso anterior que se llevó a cabo entre 2019 y 2022, los consejeros deberán determinar si Chile seguirá teniendo un Estado subsidiario, como en los últimos 43 años, o el Estado tendrá un papel solidario, con derechos sociales consagrados y garantizados constitucionalmente, no en manos prioritarias del mercado.
La principal paradoja se produciría si, como indican las encuestas, el Partido Republicano de la derecha extrema se transforma esta jornada en la principal fuerza de la política chilena. No solo no ha cortado los lazos con el pinochetismo, este año se conmemoran los 50 años del golpe de Estado, sino que no ha ocultado su interés en mantener la Carta Fundamental actual.
Las mesas electorales se abrirán a las ocho de la mañana (horario chileno) y se mantendrán abiertas hasta las seis de la tarde, aunque la nueva regla de paridad que se aplicará podría retrasar los cómputos, que siempre en Chile se conocen rápidamente gracias al trabajo del Servicio Electoral (Servel). Nadie descarta sorpresas en los resultados, porque existen varias razones que complejizan los pronósticos.
De partida, se trata de la primera elección con inscripción automática y voto obligatorio desde el retorno a la democracia en 1990. El sistema debutó en el referéndum de septiembre pasado, donde se echó abajo en forma contundente la propuesta de nueva Constitución con un 62%, pero en la papeleta había solo dos opciones, no decenas de candidatos que postulan por partidos políticos. Es la razón por la que esta jornada se ha visto como un termómetro real del electorado chileno. Tanto las derechas como las izquierdas miden sus fuerzas, pero las luchas al interior de estos sectores tienen inmensa trascendencia en el cuadro político chileno.
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