Unas 258 millones de personas en 58 países sufrieron una grave inseguridad alimentaria en el año 2022, debido a conflictos, cambio climático, los efectos de la pandemia del COVID-19 y la guerra en Ucrania, deacuerdo a un reporte publicado el miércoles.
La gente enfrentó riesgo de hambruna y muerte en siete de esos países: Somalia, Afganistán, Burkina Faso, Haití, Nigeria, Sudán del Sur y Yemen, según el Informe Global sobre Crisis Alimentarias, una alianza de organizaciones humanitarias financiada por Naciones Unidas y la Unión Europea.
El número de personas que enfrentan una inseguridad alimentaria grave y necesitan ayuda alimentaria urgente se incrementó por cuarto año consecutivo, un “duro testimonio del fracaso de la humanidad” a la hora de alcanzar los objetivos de Naciones Unidas para acabar con el hambre en el mundo, denunció el secretario general de la ONU, António Guterres.
Aunque el incremento del año pasado se debió en parte a que se analizó a más población, el reporte también mostraba un aumento de la severidad del problema, “destacando una preocupante tendencia de deterioro”.
Rein Paulsen, director de emergencias y resiliencia para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, dijo que el hambre se veía impulsada por varios factores entrelazados.
El impacto ha sido más severo en los países más pobres que dependen de importaciones de alimentos. “Los precios han subido (y) esos países se han visto afectados de forma negativa”, señaló Paulsen.
El experto pidió un “cambio de paradigma” para que se dedique más financiamiento a intervenciones agrícolas que anticipan crisis alimentarias y traten de prevenirlas.
“El desafío que tenemos es el desequilibrio, la disparidad que existe entre la cantidad de dinero que se da, en qué se gasta ese financiamiento y los tipos de intervenciones necesarios para producir un cambio”, enfatizó.
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