Gabriel Boric, el candidato de la izquierda
Gabriel Boric nació en la austral ciudad de Punta Arenas, 3.000 km al sur de Santiago, en el seno de una familia de clase media de bisabuelos croatas y catalanes. Es el mayor de tres hermanos y emigró a Santiago para estudiar derecho en la Universidad de Chile, pero aún no se ha titulado.Soltero y sin hijos, está en pareja hace casi tres años con la politóloga Irina Karamanos.
Con 35 años, la edad mínima para postular a la presidencia de Chile, dice que le “queda mucho por aprender”, asegura que quiere nutrirse de la “experiencia” de antiguos mandatarios a los que tanto criticó cuando era dirigente estudiantil y diputado, entre ellos los socialistas Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010; 2014-2018). Ambos le dieron un espaldarazo sin fisuras en las últimas semanas.
Queda poco del joven barbudo y despeinado que lideró la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y que en 2014, cuando tenía 27 años, asumió un primer mandato de diputado. Hoy viste de chaqueta y camisa, con el pelo más corto, la barba ordenada y lentes.
Si llega a ser presidente quiere “asegurar un estado de bienestar para que todos tengan los mismos derechos, sin importar cuánta plata tienen en la billetera”.
“Si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba”, expresó en su proclamación como candidato.
José Antonio Kast, el candidato conservador de Chile
Con un duro discurso contra la inmigración, el matrimonio gay o el feminismo y una posición complaciente con la dictadura, José Antonio Kast es la carta más conservadora en la carrera hacia La Moneda y su fulgurante ascenso ha causado un tsunami en la derecha chilena.
Pese a que le gusta venderse como un “outsider”, Kast es un viejo conocido en política: fue diputado 16 años, militante durante dos décadas en la Unión Demócrata Independiente (UDI) y candidato independiente en las pasadas presidenciales, donde apenas alcanzó el 8 % de los votos.
Varias figuras de la derecha clásica le han mostrado públicamente su apoyo, pues consideran que Kast (55 años) es el único que puede “enderezar” un país que aún se está recuperando de las graves protestas de 2019 -llama “violentistas” a los manifestantes- y de una pandemia que ha hecho estragos sociales y económicos.
No quiere que le pongan la etiqueta de extrema derecha -dice ser “el candidato del sentido común”-, pero en más de una ocasión ha mostrado su admiración por el estadounidense Donald Trump o el brasileño Jair Bolsonaro, aunque es menos estrafalario que ellos y se esfuerza por parecer amable y educado.
Abogado, de ascendencia alemana y profundamente católico (es padre de nueve hijos), intentó moderar su discurso durante la campaña, pero su estrategia saltó por las aires en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros con unas declaraciones que despertaron una ristra de críticas y aún le siguen pasando factura.
Kast quiso diferenciar el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990) -al que se refiere como “Gobierno militar”- de las “dictaduras” de Cuba, Nicaragua y Venezuela porque, en su opinión, la transición en Chile se dio tras unas “elecciones democráticas”, en las que “no se encerró a los opositores”.
Se opuso al cambio de Constitución en el histórico plebiscito de 2020 y muchos analistas han alertado de que, de llegar a la Presidencia, podría boicotear el trabajo de la convención encargada de redactar el nuevo texto.
Estos comicios, que son los más inciertos y trascendentales de la historia reciente de Chile.
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