Los alquileres se han disparado en Turquía con la vuelta de la educación presencial y la burbuja inmobiliaria, poniendo a muchas familias en dificultades. El Gobierno ha prometido actuar por temor a una nueva revuelta juvenil como la de 2013.
Las imágenes de jóvenes durmiendo sobre los bancos de parques en Esmirna, frente a la universidad de Sakarya, en los asientos de los transbordadores que comunican las orillas europea y asiática de Estambul y otros rincones de Turquía han recorrido las redes sociales en los últimos días.
Son parte de una protesta iniciada a mediados del pasado mes contra las dificultades de acceder a una vivienda o a una plaza en residencias universitarias en un momento en que los alquileres se han disparado entre un 50% y un 300% respecto a los precios de hace un año. Cerca de un centenar de estudiantes han sido detenidos, aunque posteriormente fueron puestos en libertad.
“Publicamos un vídeo en el que se veía que varios estudiantes dormíamos en un parque. Al día siguiente, cuando íbamos a hacer lo mismo, la policía lo había acordonado y había desplegado a decenas de agentes y un vehículo blindado. Nosotros les preguntamos si el problema era que 20 estudiantes durmiesen a la intemperie o las circunstancias que nos obligan a dormir en la calle”, explica Mert Batur, uno de los portavoces del movimiento Barinamiyoruz (No tenemos alojamiento) y estudiante de Derecho en la Universidad de Estambul.
Septiembre y octubre son meses de gran actividad en el mercado inmobiliario turco. Con la apertura del curso escolar, estudiantes universitarios y profesores buscan alojamiento y los propietarios tienden a aprovechar la mayor demanda para subir los precios.
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