China ha detenido completamente las importaciones de gas natural licuado (GNL) procedente de Estados Unidos desde hace más de diez semanas, marcando una nueva escalada en la guerra comercial entre ambas potencias.
Esta decisión se produjo tras la imposición de un arancel del 15 % al GNL estadounidense el 10 de febrero, que luego fue elevado al 49 %, volviendo la compra inviable para las empresas chinas.
Expertos advierten que esta medida tendrá consecuencias a largo plazo en las relaciones energéticas bilaterales, ya que China podría nunca más volver a contratar GNL de EE.UU.
En su lugar, Pekín está estrechando lazos con Rusia, país al que podría incrementar sus compras de gas, según declaraciones del embajador chino en Moscú. Analistas consideran que este conflicto ha provocado una reorganización de los flujos comerciales energéticos a nivel global.
El conflicto se intensificó aún más con el anuncio de nuevos aranceles recíprocos: EE.UU. impuso tarifas de hasta 245 % a las exportaciones chinas, mientras que China respondió con tasas del 125 % a productos estadounidenses.
Además, Pekín suspendió exportaciones clave como minerales raros e imanes, afectando industrias estratégicas en Estados Unidos y otros países, lo que refuerza el impacto global de esta guerra comercial.
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