En la última semana, Rusia ha intensificado sus ataques contra Ucrania, llevando a cabo 11 ofensivas conjuntas utilizando armas de alta precisión y drones. Según el Ministerio de Defensa ruso, estos ataques han tenido como objetivo infraestructuras clave como las gasísticas, energéticas y portuarias ucranianas, así como las subestaciones eléctricas que respaldan el complejo militar-industrial del país.
Durante este periodo, las Fuerzas Armadas rusas emplearon misiles de largo alcance, drones de ataque, y bombarderos en sus ofensivas.
Además de los daños a la infraestructura, Rusia también ha atacado puntos clave de despliegue de las fuerzas ucranianas, incluyendo depósitos de misiles, armas de artillería y lugares de almacenamiento de drones de ataque.
Las autoridades rusas han informado que sus fuerzas antiaéreas lograron derribar dos aviones MiG-29 de la Fuerza Aérea Ucraniana y 790 vehículos aéreos no tripulados de tipo avión.
El Ministerio de Defensa también reportó que se destruyeron varias armas extranjeras, incluidas bombas JDAM y lanzacohetes HIMARS de fabricación estadounidense.
Este aumento en la agresividad de los ataques coincide con una creciente tensión en la región, donde se han intensificado los enfrentamientos y la movilización de fuerzas.
Mientras tanto, las defensas aéreas ucranianas siguen luchando para repeler estos asaltos, aunque la magnitud de los daños sigue siendo significativa. Las autoridades ucranianas no han emitido comentarios oficiales sobre los detalles exactos de las pérdidas, pero la situación sigue siendo grave.
Eso está muy caliente en Ucrania, con esos misiles y drones, la cosa se complica cada vez más.
No hay duda de que Rusia está buscando desmantelar todo lo que pueda, desde las gasísticas hasta los drones.
Oye, ¿y esos MiG-29 caídos? Ese es un golpe fuerte para los ucranianos.
Todo ese arsenal extranjero que destruyeron, como los HIMARS, imagínate la presión internacional ahora.
Por más que las defensas ucranianas traten de frenar, con tantos ataques de precisión, es difícil.
Este conflicto ya tiene un nivel de destrucción que parece no tener freno, si no se llega a una solución.