Estados Unidos ha iniciado el traslado de migrantes a la base naval de Guantánamo, Cuba, con el primer vuelo militar despegando este martes. Esta medida es parte de un plan impulsado por el presidente Donald Trump, quien considera la instalación como un centro de detención con capacidad para albergar hasta 30,000 personas.
La decisión ha generado controversia, ya que la base ha sido utilizada históricamente para la detención de sospechosos de terrorismo, incluyendo prisioneros relacionados con los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Organizaciones de derechos humanos han criticado duramente la medida. Amy Fischer, directora del Programa de Derechos de Refugiados y Migrantes en Amnistía Internacional EE.UU., calificó la acción como “cruel y costosa”, argumentando que aísla a los migrantes de sus familias, abogados y redes de apoyo.
Fischer pidió el cierre definitivo de la instalación, alegando que Estados Unidos está violando los derechos humanos de los migrantes al mantenerlos en un “agujero negro” fuera de la vista del público.
Mientras tanto, el gobierno estadounidense continúa con su política de deportaciones. Este lunes, un vuelo trasladó a migrantes indios de regreso a su país, sumándose a otras deportaciones recientes a Ecuador, Guam, Honduras y Perú.
Además, tropas adicionales han llegado a Guantánamo para preparar la base ante la llegada de más migrantes, con más de 300 efectivos militares apoyando las operaciones en la instalación.