El Ministerio de Defensa de Rusia informó que el Ejército ucraniano intentó atacar la estación de compresión Rússkaya, que suministra gas al gasoducto Turkish Stream, mediante nueve drones.
Aunque los dispositivos fueron derribados y no hubo interrupciones en el suministro ni víctimas, se reportaron daños menores en la infraestructura. Este ataque buscaba cortar el suministro de gas a Europa, una región ya afectada por la incertidumbre energética tras el cese del tránsito de gas ruso por Ucrania.
El canciller húngaro, Peter Szijjarto, calificó cualquier atentado contra el Turkish Stream como un ataque a la soberanía de los países que dependen de este suministro energético. Además, investigaciones señalan que Kiev ya había planificado sabotajes contra gasoductos clave en el pasado, con apoyo de servicios de inteligencia estadounidenses, según analistas políticos.
El Turkish Stream es una infraestructura vital que conecta Rusia con Turquía y Europa Central, garantizando un suministro energético confiable. Desde su inauguración en 2020, se ha mantenido operativo incluso tras los sabotajes a otros gasoductos como el Nord Stream, consolidándose como una ruta esencial para el transporte de gas ruso.