Kabul. – Al menos 46 personas, principalmente mujeres y niños, murieron y otras seis resultaron heridas tras un ataque aéreo efectuado por el ejército paquistaní en la provincia afgana de Paktika, denunció el gobierno talibán de Afganistán este miércoles. Este trágico incidente ha escalado las ya tensas relaciones entre ambos países vecinos.
Según Hamdullah Fitrat, portavoz adjunto del gobierno afgano, los bombardeos impactaron cuatro localidades fronterizas en la noche del martes. Por su parte, el portavoz del Ministerio de Defensa afgano, Enayatullah Khowrazmi, calificó el ataque como “un acto flagrante de agresión” y advirtió sobre posibles represalias del Emirato Islámico de Afganistán.
Un funcionario paquistaní, bajo anonimato, indicó a Reuters que el ataque fue dirigido contra un campamento del grupo insurgente Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP) en suelo afgano. Este grupo militante, conocido por sus vínculos ideológicos con los talibanes afganos, pero no con el gobierno de Kabul, ha intensificado sus ataques en Pakistán, buscando imponer una estricta interpretación de la ley islámica.
El ataque aéreo ocurrió días después de que el TTP reivindicara un atentado en Waziristán del Sur, Pakistán, que dejó 16 soldados muertos. Según el Ministerio de Defensa afgano, las víctimas del bombardeo en Paktika eran, en su mayoría, refugiados de Waziristán, añadiendo una dimensión humanitaria al conflicto.
El Ministerio de Asuntos Exteriores afgano convocó al encargado de negocios paquistaní en Kabul, entregándole una nota de protesta enérgica. El comunicado denunció que la violación del espacio aéreo afgano ocurrió mientras ambos gobiernos sostenían conversaciones bilaterales en Kabul, calificando la acción como un intento deliberado de sabotear la confianza entre ambas naciones.
Este incidente ha despertado preocupaciones sobre la estabilidad en la región, donde las relaciones entre Afganistán y Pakistán ya enfrentaban tensiones históricas debido a cuestiones fronterizas, insurgencias y acusaciones mutuas de apoyo a grupos militantes.
Ambos gobiernos, presionados por la comunidad internacional, enfrentan el desafío de evitar que estos ataques desaten un conflicto mayor, mientras las víctimas civiles suman un trágico recordatorio de la necesidad de resolver las disputas mediante el diálogo y no la violencia.