El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, declaró al periódico The Wall Street Journal que su país no permitirá que Hamás siga en el poder en Gaza, enfatizando que la lucha continuará hasta que el grupo radical palestino sea completamente derrocado.
“No vamos a dejarlos en el poder en Gaza, a 30 millas [unos 48 kilómetros] de Tel Aviv. Eso no va a suceder”, afirmó.
Netanyahu también subrayó que derrotar a Hamás no será suficiente si no se establece un control estricto sobre el sur de Gaza, en la frontera con Egipto. Según el mandatario, esta medida es esencial para evitar que el grupo se rearme y vuelva a representar una amenaza en el futuro.
El primer ministro explicó que la ofensiva contra Hezbolá en octubre pasado fue una decisión estratégica influida por el calendario electoral estadounidense. Netanyahu consideró que actuar antes de las elecciones en EE.UU. garantizaría un mayor apoyo de Washington, destacando que las condiciones políticas eran favorables durante ese periodo.
“El mes de octubre era ideal, porque durante la campaña las posibilidades de asegurar el respaldo de EE.UU. eran mayores”, afirmó, revelando cómo los cálculos políticos internacionales influyeron en sus decisiones militares.
En sus declaraciones, Netanyahu aseguró que las acciones militares israelíes han tenido un efecto multiplicador en la región. Según él, los ataques debilitaron no solo a Hezbolá, sino también a Irán y al régimen sirio de Bashar al-Assad, logrando “cortar ese eje por la mitad”.
Mientras Netanyahu defiende las acciones de Israel como necesarias para la seguridad de su país, un informe reciente de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos señala que el costo humanitario ha sido alarmante. Según el informe, el 70 % de las víctimas de los bombardeos israelíes en Gaza son mujeres y niños, lo que ha generado críticas internacionales sobre la proporcionalidad y el impacto de la operación militar en la población civil.