Una fosa común que podría contener miles de cadáveres fue descubierta en al-Qutayfah, a las afueras de Damasco, Siria, tras la caída del régimen de Bashar al-Assad.
Este hallazgo es parte de varias fosas comunes identificadas en el país, reflejo de las ejecuciones extrajudiciales atribuidas al régimen de Assad y su padre, Hafez. En el sur de Siria, se encontraron 12 fosas más, algunas con señales de tortura y ejecución.
Expertos y activistas han enfatizado la necesidad de gestionar profesionalmente estos sitios y crear bases de datos de ADN para identificar a las víctimas y brindar cierre a sus familias.
Mientras tanto, el nuevo gobierno interino, liderado por Ahmed al-Sharaa, prometió llevar ante la justicia a quienes perpetraron crímenes contra el pueblo sirio, mientras llama a la cooperación internacional para documentar las atrocidades.
Al-Assad, en su primera declaración desde su huida a Rusia, desestimó a los nuevos líderes sirios como «terroristas». Organismos como Human Rights Watch han instado a las autoridades de transición a preservar las pruebas físicas en estos sitios, que representan décadas de represión y abusos bajo el régimen de Assad.