La población de la Franja de Gaza vive una crisis humanitaria sin precedentes, enfrentándose a lo que el comisionado general de la UNRWA, Philippe Lazzarini, describe como “una epidemia de discapacidades”.
En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Lazzarini subrayó que Gaza tiene el mayor número de niños amputados per cápita en el mundo, con muchos sometidos a cirugías sin anestesia debido a la ausencia de servicios médicos esenciales.
Antes de la guerra, una de cada cinco familias en Gaza ya contaba con al menos una persona con discapacidad, siendo los niños el grupo más afectado. Ahora, con la escalada del conflicto, la cifra de personas que necesitan cuidados especiales ha aumentado drásticamente.
Según datos de la OMS, una de cada cuatro personas heridas sufre lesiones que cambian su vida, como amputaciones o daños en la médula espinal, que requieren servicios de rehabilitación que prácticamente no existen en la región.
Además de la crisis sanitaria, la población enfrenta una hambruna extrema, agravada por los continuos ataques militares. La situación no solo pone en riesgo la supervivencia inmediata, sino que también compromete el futuro de los niños gazatíes, que padecen las secuelas físicas y psicológicas de un conflicto interminable.
“El sufrimiento es indescriptible”, concluyó Lazzarini, mientras la comunidad internacional enfrenta crecientes llamados a intervenir para aliviar la tragedia humanitaria en Gaza.
Las secuelas de los ataques afectan a miles de niños.
Las explosiones dejan discapacidades físicas permanentes.
Familias carecen de recursos para tratamientos médicos.
La infraestructura sanitaria está en crisis por el conflicto.
La situación limita el acceso a prótesis y rehabilitación.
Organismos internacionales alertan sobre la emergencia.
Los niños enfrentan traumas psicológicos severos.
Comunidades luchan por la integración de los afectados.
Se necesitan programas de asistencia urgente.
La guerra intensifica el sufrimiento de los más vulnerables.