Israel ha intensificado sus ataques aéreos en el Líbano, especialmente en Beirut, y mantiene una postura de alto el fuego condicionada que, según analistas, difícilmente se concrete debido a sus demandas exigentes.
Mientras el principal general israelí ha afirmado que se está trabajando en una tregua, al mismo tiempo se han diseñado planes para expandir la campaña militar contra Hezbolá, lo que sugiere una estrategia para culpar al grupo libanés de la falta de acuerdo.
Hasta ahora, el conflicto ha causado miles de muertes y desplazamientos masivos, y las exigencias de desarmar a Hezbolá han sido calificadas de poco realistas e inaceptables para el Líbano.
En paralelo, el regreso de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. ha generado expectativas de apoyo a la postura israelí, pues en su mandato previo ya respaldó a Israel y normalizó relaciones con algunos países árabes sin resolver la cuestión palestina.
Analistas sugieren que Israel podría estar ganando tiempo en su confrontación con el Líbano, anticipando un respaldo más firme de la futura administración estadounidense. Trump, quien en su primer mandato trasladó la embajada de EE.UU. a Jerusalén, parece dispuesto a reforzar el enfoque militar israelí en la región.
Mientras tanto, Hezbolá continúa respondiendo con ataques, y sus líderes han dejado claro que no aceptarán condiciones que parezcan una rendición. Pese a la crisis humanitaria en el Líbano, el grupo sigue contando con el apoyo de su base chií, quienes, en su mayoría, han sufrido pérdidas significativas.
Analistas prevén que Hezbolá insistirá en mantener su posición hasta lograr un acuerdo en el que no se sienta derrotado.