El 6 de noviembre, declarado por la ONU como el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados, busca visibilizar los devastadores efectos que estos conflictos tienen sobre la naturaleza. No solo afectan a las personas y ciudades; el medio ambiente sufre daños irreparables al ser una de las víctimas más silenciosas de la guerra.
Desde incendios en bosques, destrucción de acuíferos, envenenamiento de suelos hasta el sacrificio de animales, los conflictos no solo ponen en riesgo a las comunidades humanas, sino también la biodiversidad y recursos naturales.
La ONU destaca que, en los últimos 60 años, casi la mitad de los conflictos internos han sido impulsados por la explotación de recursos, como el oro, el petróleo, minerales y el agua.
Algunos ejemplos recientes de daños incluyen la deforestación masiva en Afganistán, donde se registra una pérdida forestal del 95% en las últimas décadas; los pozos de petróleo y fábricas de azufre incendiados por el Estado Islámico en Irak, que liberaron gases tóxicos; y la destrucción de ecosistemas en países como Colombia, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo debido a la tala ilegal y caza furtiva.
ONU Medioambiente trabaja dentro de la Agenda 2030 para proteger los ecosistemas en zonas de conflicto y promover el uso sostenible de recursos naturales, entendiendo que su conservación es clave para la prevención de futuros conflictos.