China ha invertido millones de dólares en una ruta comercial que conecta su sureste con el océano Índico a través de Myanmar, una parte clave del Corredor Económico China-Myanmar.
Sin embargo, el proyecto se ha visto afectado por la guerra civil en Myanmar, desatada tras un golpe de Estado en 2021.
Las esperanzas de Pekín de crear una vía fluida para el comercio se han desmoronado, ya que la frontera entre ambos países, antes casi simbólica, ahora está marcada por una valla metálica y alambre de púas.
La ciudad fronteriza de Ruili, que solía ser un punto próspero de comercio, ahora está casi paralizada, afectada por la pandemia y el conflicto armado.
Myanmar, un país clave para los planes de infraestructura de China, enfrenta una lucha constante entre las fuerzas del régimen militar y los rebeldes étnicos que controlan grandes partes del estado de Shan, donde se encuentran importantes rutas comerciales y recursos naturales.
A pesar de la influencia de Pekín en ambas partes del conflicto, los esfuerzos por negociar un alto el fuego han fracasado. M
Las pérdidas del ejército birmano y el avance de los rebeldes han complicado los planes de China, que teme un colapso del régimen militar, lo cual podría sumir a Myanmar en un caos aún mayor.
Mientras tanto, los habitantes de la frontera como Li Mianzhen, que solía ganarse la vida comerciando con Myanmar, se enfrentan a una realidad cada vez más difícil.
Muchos cruzan la frontera ilegalmente para conseguir trabajos mal pagados, mientras que otros buscan refugio en Ruili, esperando que la guerra termine pronto. Pero, como lo señala Li, el futuro es incierto, y el conflicto sigue amenazando los ambiciosos planes comerciales de China.