El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, expresó profundas preocupaciones sobre la creciente colaboración entre Rusia, Corea del Norte e Irán durante una conferencia de prensa realizada tras su reunión con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en Washington.
Cuando se le preguntó sobre la reciente visita del presidente ruso Vladimir Putin a Corea del Norte y el apoyo militar que Rusia está recibiendo en su guerra contra Ucrania, Blinken afirmó: «Hemos visto que Rusia está tratando desesperadamente de desarrollar y fortalecer sus relaciones con países que pueden proporcionarle lo que necesita para continuar la guerra de agresión que lanzó contra Ucrania».
Blinken destacó que Corea del Norte ha estado suministrando a Rusia cantidades significativas de municiones para su uso en Ucrania, mientras que Irán ha estado proporcionando armas, incluidos drones, que se utilizan contra civiles e infraestructura civil en Ucrania. Subrayó que estos suministros no están destinados a la defensa de Rusia, sino a mantener su capacidad ofensiva en el conflicto.
«Tenemos profundas preocupaciones sobre la capacidad de China para proporcionar lo que necesita para sobrevivir y producir más tanques, municiones y misiles», agregó Blinken, refiriéndose a la posible asistencia de China a Rusia.
El secretario de Estado señaló la contradicción en la posición de China, afirmando: «China en particular no puede, por un lado, decir que quiere mejores relaciones con los países de Europa y, por otro lado, alimentar la mayor amenaza a la seguridad para toda Europa desde la Guerra Fría».
Blinken enfatizó que la forma más rápida de poner fin a la guerra es que Putin abandone la idea de que puede sobrevivir a Ucrania y a sus partidarios. «Si China, que dice estar interesada, realmente tiene esta idea, dejará de alimentar la máquina de guerra», declaró Blinken, añadiendo que Estados Unidos seguirá haciendo todo lo posible para cortar el apoyo proporcionado por países como Irán y Corea del Norte.
La declaración de Blinken fue interpretada como un mensaje directo a Rusia y Corea del Norte, especialmente en el contexto de la reciente llegada del presidente ruso Vladimir Putin a Pyongyang para una cumbre bilateral con el líder norcoreano Kim Jong-un.