Un ataque con drones del Ejército nigeriano dirigido a terroristas mató accidentalmente al menos 85 civiles que observaban un festival musulmán en el noroeste el domingo.
Los aldeanos de Tudun Biri, en el estado de Kaduna, se habían reunido para la celebración de Maulud cuando alrededor de las 9 de la noche escucharon lo que parecía un avión seguido de una gran explosión.
Según informes locales, los aldeanos huyeron de la zona por temor a nuevos ataques. Oficiales del ejército y representantes del gobierno del estado de Kaduna se reunieron con los ancianos de la aldea y prometieron que los afectados serían indemnizados.
El ejército dijo que había estado llevando a cabo «una misión de rutina contra terroristas pero que inadvertidamente afectó a miembros de la comunidad». No dio cifras de víctimas ni explicó cómo ocurrió el accidente, pero los residentes locales dijeron que 85 personas, muchas de ellas mujeres y niños, habían muerto.
“Yo estaba dentro de la casa cuando cayó la primera bomba… Corrimos al lugar para ayudar a los afectados y luego cayó una segunda bomba», dijo, Idris Dahiru, un aldeano.
“Mi tía, la esposa de mi hermano y sus seis hijos, esposas de mis cuatro hermanos, estaban entre los muertos. Toda la familia de mi hermano mayor está muerta, excepto su hijo pequeño, que sobrevivió. Enterramos a 85 personas que murieron en el ataque con bomba”, agregó.
Dahiru dijo que más de 60 personas heridas estaban en el hospital.
Otro residente, Husseini Ibrahim, dijo: “Perdí a 13 miembros de mi familia inmediata entre los 85 que fueron asesinados. Entre ellos estaban mis hijos y los de mis hermanos, siete niños y seis niñas. Hoy enterramos a las víctimas”.
Es una tragedia que un ataque con drones del Ejército nigeriano haya resultado en la muerte de 85 civiles durante un festival musulmán en Tudun Biri.
La confusión y el sufrimiento aumentan al conocer que muchas de las víctimas eran mujeres y niños.
La falta de detalles sobre cómo ocurrió el accidente deja preguntas sin respuesta y agrava la situación.
La promesa de indemnización por parte de oficiales del ejército y representantes del gobierno es un paso necesario, pero no reemplaza las vidas perdidas.
La comunidad afectada merece transparencia en la investigación sobre el incidente.
Las tragedias como esta resaltan la importancia de protocolos más precisos para evitar ataques indiscriminados.
Es crucial que la comunidad internacional siga de cerca esta situación y presione por respuestas y medidas preventivas.
La experiencia de los testigos, como Idris Dahiru, ofrece una perspectiva angustiante sobre la realidad del ataque.
La pérdida de vidas inocentes en eventos como festivales religiosos es especialmente desgarradora.
Las condolencias a todas las familias afectadas por esta terrible tragedia.
Este incidente destaca la necesidad urgente de políticas y prácticas militares que minimicen el riesgo de afectar a civiles inocentes.
La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para reconstruir la confianza en la comunidad afectada.
La narrativa de los testigos proporciona un testimonio valioso que debe tenerse en cuenta en la investigación.
La información proporcionada por residentes locales destaca la urgencia de abordar los desafíos de seguridad y coordinación en estas misiones.
La atención global a eventos como este es esencial para presionar por rendición de cuentas.
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