Este viernes 1 de diciembre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas puso fin al embargo de armas impuesto a Somalia, vigente desde 1992. Una decisión simbólica que atestigua los inicios de la estabilización en este país del Cuerno de África, escenario de una guerra civil desde hace más de treinta años.
“La comunidad internacional desea apoyar al gobierno y alentar sus esfuerzos en la lucha contra Al-Shabaab. Pero, en términos militares, la situación no debería cambiar mucho”, analiza Omar Mahmood, investigador del grupo de expertos International Crisis Group (ICG), recordando que el embargo se había relajado en 2013. De hecho, el gobierno somalí ya podía importar armas, a condición de notificarlo al comité de sanciones de las Naciones Unidas.
Visto desde Mogadiscio, el levantamiento de estas sanciones se considera, sin embargo, una victoria diplomática de primer orden para la administración de Hassan Cheikh Mohamoud, elegido en 2022.
La prohibición de la venta, exportación o transferencia de armas a Somalia fue decidida por la ONU en 1992, un año después de la caída del presidente Siad Barré. Una cantidad de armas, saqueadas de cuarteles abandonados, terminaron en manos de señores de la guerra.
Más tarde, en los años 2000, estas mismas armas fueron utilizadas por los Tribunales Islámicos, una alianza islamista que dio origen a Chabab, afiliado a Al Qaeda. Sin embargo, la intervención de Amisom, la fuerza de la Unión Africana, y la reanudación de Mogadiscio en 2011 llevaron a una relajación de las sanciones.
Durante mucho tiempo, el grupo de expertos de la ONU sobre Somalia temió que un levantamiento total del embargo provocaría una proliferación de armas en un país donde el gobierno sólo controla la mitad del territorio y los nodos comerciales.
«Habíamos condicionado el levantamiento del embargo a los esfuerzos de gobernanza, en términos de gestión de las existencias de municiones y de trazabilidad de las armas «, precisa un antiguo experto.
El fin del embargo de armas en Somalia es un paso positivo hacia la estabilización en el país después de décadas de conflicto.
La comunidad internacional muestra su apoyo al gobierno somalí en la lucha contra grupos como Al-Shabaab.
La relajación previa del embargo en 2013 ya permitía importar armas con notificación, lo que indica un progreso gradual.
La intervención de Amisom y la reanudación de Mogadiscio en 2011 fueron pasos fundamentales para la relajación de las sanciones.
El levantamiento condicionado del embargo muestra consideraciones cuidadosas sobre la proliferación de armas en un país aún inestable.
El levantamiento del embargo puede ser un incentivo para el gobierno somalí a seguir trabajando en la gestión efectiva de armas.
El hecho de que el gobierno ya pudiera importar armas bajo ciertas condiciones en 2013 indica una gradual apertura.
A pesar del levantamiento parcial en 2013, persiste la preocupación sobre la estabilidad en Somalia y la posible proliferación de armas.
El país aún enfrenta desafíos considerables, y el levantamiento total del embargo podría aumentar el riesgo de inseguridad.
La decisión podría tener consecuencias impredecibles, especialmente considerando que el gobierno controla solo la mitad del territorio.
La falta de control total del gobierno sobre el territorio y los nodos comerciales plantea interrogantes sobre la seguridad de la decisión.
El levantamiento total del embargo podría debilitar los esfuerzos para evitar que armas caigan en manos equivocadas en un contexto aún inestable.
Las armas importadas podrían representar un desafío adicional para la gobernanza y la seguridad en un país con historial de conflictos.
La decisión, aunque simbólica, podría generar incertidumbre sobre la dirección futura de la seguridad en Somalia.
La posibilidad de una mayor proliferación de armas podría tener consecuencias negativas para la estabilidad regional.
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