La conversación telefónica entre Richard Nixon y Henry Kissinger aquel domingo por la mañana empezó casi como una charla de amigos, con comentarios sobre un partido de fútbol a jugarse ese día.
Pero Nixon era entonces el presidente de Estados Unidos, Kissinger su consejero de Seguridad Nacional, y el diálogo entre ambos derivó rápido en el golpe de Estado que había ocurrido en Chile cinco días antes, el 11 de septiembre de 1973, así como en la dictadura militar que allí comenzaba.
“Lo de Chile se está consolidando”, le informó Kissinger, desestimando las críticas de algunos medios al derrocamiento de un gobierno democráticamente electo en ese país. “En la época de Eisenhower seríamos héroes”, comentó.
“Nuestra mano no se nota en este caso sin embargo”, observó Nixon.
“Nosotros no lo hicimos. Es decir, los ayudamos”, estableció Kissinger.
Es impactante cómo Nixon y Kissinger discutieron con tanta frialdad sobre el golpe de Estado en Chile y su apoyo indirecto a la dictadura militar.
La falta de remordimiento en sus palabras es alarmante, considerando las terribles consecuencias que tuvo la dictadura en Chile.
La conversación muestra la importancia de la transparencia y la responsabilidad en la política internacional.
Es triste ver cómo se priorizó la política sobre los derechos humanos y la democracia en ese momento.
Esta conversación sirve como recordatorio de la necesidad de aprender de la historia y promover valores democráticos en todo el mundo.