Calles repletas de basura y decenas de personas que deambulan por ellas en busca de su dosis. Así es Kensington, conocido como barrio zombie de la ciudad de Filadelfia la mayor ciudad del estado de Pensilvania.
Muchos de sus habitantes son adictos a los opioides. Su situación los ha llevado a vivir en las calles con casas improvisadas de cartón o tiendas de campaña.
Quienes han pisado por la zona aseguran que se repiten las imágenes espeluznantes. La pobreza, la prostitución, la violencia y los atracos y sobre todo, la droga, parecen caminar de la mano. Y sobre todas estas cosas, reina el fentanilo.
El fentanilo, la apodada «droga zombie», se ha convertido en una auténtica pesadilla para Estados Unidos y ya ha sido declarada por los autoridades como «amenaza a la seguridad nacional». En cuestión de tres años, las muertes por sobredosis de este opiáceo han aumentado en más del 90 % y solo en 2021 se le atribuyeron unos 70.0000 fallecimientos en el país, el 66 % del total de muertos por sobredosis de drogas.
Existen dos tipos de fentanilo, el farmacéutico y el fabricado ilícitamente, siendo el segundo el más asociado a los frecuentes casos de sobredosis en EE.UU.
Por norma general, el fentanilo farmacéutico puede recetarse de forma legal para tratar el dolor intenso, especialmente después de una operación o en las etapas más avanzadas del cáncer.
Esta droga tiene efectos inmediatos similares a la morfina y es capaz de aliviar el dolor y hacer sentir mucho más relajado o eufórico, pero la línea entre una dosis medicinal y una letal es minúscula.
¡Qué tristeza ver ese barrio en esas condiciones! Las personas merecen ayuda y oportunidades para salir de esa situación.
Es desgarrador pensar en las vidas devastadas por la droga. Necesitamos soluciones urgentes para abordar esta crisis.
Apoyo a las autoridades que consideran el fentanilo una amenaza a la seguridad. Debemos tomar medidas drásticas contra esta epidemia.
La adicción a los opioides está destruyendo comunidades enteras. Es hora de invertir en programas de rehabilitación y prevención.
Es vergonzoso que la mayor ciudad de Pensilvania tenga un barrio en esas condiciones. La falta de acción es inaceptable.
La drogadicción no discrimina y afecta a personas vulnerables. Debemos ofrecerles apoyo y esperanza.
Apoyo a los esfuerzos por combatir el fentanilo y reducir las muertes por sobredosis. Cada vida cuenta.
La violencia y la pobreza solo perpetúan el ciclo de adicción. Necesitamos programas integrales para abordar estos problemas.
La situación en Kensington es una crisis humanitaria que requiere atención inmediata. Nadie debería vivir así.
El fentanilo es una droga mortal que se ha vuelto incontrolable. Debemos tomar medidas drásticas para detener su propagación.
La droga está destruyendo familias y comunidades. Es hora de responsabilizar a los traficantes y ofrecer ayuda a los adictos.
El fentanilo es una pesadilla, pero juntos podemos superar esta crisis de salud pública.
Es desgarrador ver a personas desesperadas buscar su dosis en medio de la basura. Necesitamos empatía y acción.
Las muertes por sobredosis son una tragedia evitable. La prevención y el tratamiento deben ser nuestras prioridades.
Es impresionante cómo el fentanilo ha tomado el control en EE. UU. Necesitamos una respuesta nacional urgente.
No podemos ignorar la devastación que el fentanilo está causando. La indiferencia no es una opción.
Apoyo a quienes luchan por recuperarse de la adicción en ese barrio. La recuperación es posible con el apoyo adecuado.
La lucha contra el fentanilo requiere un enfoque multidimensional que aborde las raíces del problema.
Los esfuerzos para reducir el fentanilo deben ser una prioridad para todas las comunidades afectadas.
Los traficantes de fentanilo deben enfrentar consecuencias más severas por sus acciones destructivas.